Los bonos largos encienden alarmas con el costo de la deuda global en máximos

Los mercados de deuda soberana han vivido un año de alta volatilidad, con fuertes alzas y caídas marcadas por la política fiscal de la Casa Blanca, desde tarifas arancelarias hasta preocupaciones por el creciente déficit ligado al “big, beautiful tax bill”. Aunque los movimientos fueron más moderados esta semana, varios hitos encendieron alarmas: el Treasury a 30 años de EE.UU. superó el 5 % por primera vez desde julio, impulsado por dudas sobre ingresos futuros de tarifas tras un fallo judicial; el bono japonés a 30 años alcanzó un récord histórico, con un alza de 100 puntos básicos en el año debido a inflación elevada, tasas reales negativas e incertidumbre política; y el gilt británico a 30 años tocó su mayor nivel desde 1998 en vísperas de un presupuesto clave. En Europa continental, el bono francés a 30 años rompió niveles no vistos desde 2008, en medio de la fragilidad del gobierno y riesgos para su plan de reducción de déficit, mientras que el bund alemán a 30 años alcanzó un máximo de 14 años, confirmando la presión generalizada sobre la deuda de largo plazo.
Según economistas como Kallum Pickering, estos rendimientos elevados no constituyen aún una crisis, pero representan un serio problema económico: restringen las opciones de política, desplazan la inversión privada y aumentan el riesgo de inestabilidad financiera recurrente. Para Jonas Goltermann, de Capital Economics, el repunte global de las tasas largas responde a tres factores: preocupaciones fiscales, dudas sobre la credibilidad de la política monetaria y cambios en la prima de plazo ligados a mayor emisión de deuda y menor demanda de compradores tradicionales.
La presión sobre la curva larga de rendimientos obedece más bien a un cóctel de déficits crecientes, dudas sobre la independencia de bancos centrales —acentuadas por el intento de Trump de destituir a la gobernadora Lisa Cook— y fragilidad política en Europa y Japón, factores que están redefiniendo el riesgo en la deuda soberana global.
