Auge de Cripto en Bolivia: refugio ante la escasez de dólares, no por entusiasmo tecnológico

Bolivia está viviendo un boom cripto impulsado por necesidad económica, no por innovación. En el primer semestre de 2025, las transacciones con activos virtuales superaron los US$294 millones, un salto de más del 630 % respecto al mismo periodo de 2024. El volumen total acumulado ya alcanza los US$430 millones. La razón principal: una escasez crónica de divisas, inflación galopante y pérdida de poder adquisitivo que empujaron a hogares y empresas a adoptar stablecoins como USDT y USDC como alternativa operativa frente al dólar.
La inflación anual en Bolivia llegó al 23,96 % interanual en junio, la cifra más alta en 39 años, mientras la demanda de dólares desbordó al sistema financiero, forzando la aparición de un tipo de cambio paralelo. En 2024, el Banco Central flexibilizó el uso de criptomonedas mediante la Resolución 082, eliminando restricciones previas. Desde entonces, el uso de cripto se ha expandido aceleradamente como un alivio parcial a la crisis de liquidez, pero sin capacidad de reemplazar la política monetaria ni de frenar la dolarización informal.
Aunque el gobierno intenta regular el mercado —la ASFI ha identificado más de 200 empresas vinculadas a activos virtuales, incluyendo 33 plataformas tecnológicas—, el flujo real sigue ocurriendo al margen del marco normativo. El fenómeno es minorista y creciente: familias compran pequeñas cantidades de stablecoins para proteger sus ahorros o recibir pagos. Bolivia sigue siendo una economía muy dependiente del efectivo (con 25,3 % del PIB en circulación como cash), pero el uso cotidiano de cripto ya empezó. Como dijo un analista: “La economía boliviana no está enferma, está en cuidados paliativos. El boom cripto es solo el analgésico para aguantar el dolor.”